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¿Hipocresía Católica?18 Nov 10 - 13:29 ¿Hipocresía Católica?
¿Es cierto? ¿Existe ello? Estas son también las cuestiones que nos podemos hacer al título de nuestra reflexión.
Acaso en el catolicismo puede haber hipocresía, esta palabra no se hará tan famosa ni tendrá el significado actual hasta que Jesucristo mismo llame así a las personas que fingen, actúan, mienten tener una fe y un amor que ni siquiera conocen porque jamás o hace mucho no la viven.
Es por ello que por lógica; (por tanto); no debería existir dentro del cristianismo y mucho menos dentro del catolicismo, la Iglesia universal de Cristo mismo.
Pero de manera extraordinariamente triste es una de las máximas realidades de nuestra sociedad.
Es muy común oír, decir, cuando una persona se comporta cristianamente, vive o desea vivir en plenitud (con sus errores, debilidades y fallas), a Cristo, su fe, sus sacramentos como un anticuado, un exagerado, un fanático, un persignado, un CRISTIANO.
Este último no es malo, pero es el significado que se le ha dado; en otras palabras mucho más correctas queremos decir: protestante o alguna iglesia no católica.
Acaso el católico es pues o debe ser, un hipócrita, para ser católico, y el que desea vivir de verdad el amor y a DIOS, ¿debe ser de cualquier otra iglesia de fe en Cristo?
Hoy con orgullo (malo), se dice haber dos ramas dentro del catolicismo creyente, los católicos practicantes y los no practicantes –los light- estos últimos Cristo les llamaría: los hipócritas.
Porque con orgullo falso dicen ser católicos, amar a Dios, querer a Dios, vivir y conocer el AMOR, acaso pueden en realidad vivir y conocer a Dios y al amor (cuando el amor es Dios mismo) si no le viven. (¿Se puede decir a la perfección conocer, gustar y describir Tonga, si ni siquiera se sabe donde está en el mapa y mucho menos saber que es un país?).
Ven los sacramentos de DIOS, no del hombre, como momentos sociales y de fiesta, momentos falsos de presumir lo que no se tiene, ¿porque que se tiene cuando no se tiene amor ni a Dios?
Es mejor mentir, engañar, envenenarse con el odio interior, la tristeza, los traumas, la desesperación.
Un envenenamiento y alejamiento total de Dios y por tanto del amor.
Un sufrir constante por uno mismo, causa de uno mismo.
Algunos lo ciegan con dinero, bienes, viajes, presunción, socialización, fiestas, placeres falsos de felicidad, pero al final ¿qué se gana?
Más que la soledad en uno mismo, la tristeza, el odio, la insatisfacción, siempre se necesitar más porque en realidad nunca se ha tenido nada.
El católico es aquel que encuentra el rostro de Dios, quien desea el Reino de Dios.
Quien desea verle en el prójimo, quien ama, quien vive el amor, quien ve en los sacramentos un lugar donde encontrarse con Dios, de unificación.
Donde no necesita a nadie más que a él mismo y a Dios. Porque en el bautismo encuentra la purificación de sus pecados, y queda limpio para unificarse a Cristo, a volver a nacer en Dios, donde en la confirmación encuentra la ayuda infinita de Dios Espíritu Santo, donde encuentra los dones del amor para vivir en el amor en un mundo de desamor; donde en la primera comunión encuentra a Dios mismo en un trozo de pan y en un sorbo de vino, donde recibe de forma física a Dios para unificarse en plenitud con él en el amor, donde se realizará plenamente en la vida, cumpliendo su misión dispuesta por DIOS DESDE ANTES DE QUE NACIERAS, dentro del matrimonio o en la vida consagrada (sacerdocio-religiosos), casándose con Dios, para vivir para siempre en ÉL.
No lo ve hipócritamente como el momento social del año para el mundo, ni como un momento para fingir algo que no vive, no conoce.
El católico es aquel que vive el amor, busca constantemente encontrar a Dios en los demás, para ver su rostro ir al encuentro con Él al final de la vida, y entonces sí, conocer la perfección santificadora del amor.
Con sus debilidades errores, enojos, caídas y pecados, que va dejando atrás, porque el pasado ya no existe, pero que si recuerda de forma vaga como lo que parece ser bueno para el mundo no lo es para el bienestar del alma ni del amor.
Crece, camina sin miedo ni temor, porque se puede saber todo y/o tener todo pero con miedo nada se es, nada de logra.
El católico es el hombre y la mujer universal que busca constantemente el amor y santificación, fuera de la vanidad, el egoísmo, el dinero, el odio, la mentira, la HIPOCRECIA, para entonces sí, llegar a la perfección del amor y la felicidad, la santidad.
Un camino largo (de una vida completa – por su constante lucha), difícil, pero jamás ni siquiera pensable, imposible.
Muchos hoy viven el catolicismo de verdad, no están en peligro de extinción, ni son hoy mitos, ni leyendas. Son una realidad patente, aunque sean más visibles los hipócritas, que se ensalzan y auto glorifican como los fieles amantes de Dios y del amor, cuando ellos lo saben el día de hoy no lo viven no lo conocen, porque si algún día lo vivieron se les ha olvidado ya ello.
Pero jamás es tarde, porque nunca hay punto final en la verdad católica ni en el vivir católico de Dios, el punto final lo da la muerte, pero recuerda algo muy bien, Dios jamás quitará ni intentará quitar la vida, sin antes verte hijo de Él, antes de verte un católico que viva el amor y la plenitud de la VERDAD. Porque Él siempre creará en ti, hasta el final, hasta acotar los máximos mensajes y acercamientos de amor que Dios mismo nos da desde su Iglesia en sus sacramentos como en nuestro mismo prójimo.
Todo queda en tus manos, en seguir el camino de la verdad, dejando la mentira, para encontrar el dulce postre de la santificación, en la verdad de vida y de la vivencia plena y sincera del amor.
Porque Él jamás ha dejado de amarte ni de creer en ti, ni te ha abandonado, solamente es la venda que un día te pusiste por error para “experimentar y vivir el mundo”, y se te ha olvidado quitártela. Para redescubrir la belleza del único y verdadero amor, que nos lleva a realmente experimentar y vivir el verdadero mundo.
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