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Un Domingo de Contrastes

30 Mar 10 - 13:23

Un domingo de Contrastes  

            Autor: Alan Josué Saldaña García Fuente: www.educaresamar.com                          

 contacto: asaldanag@educaresamar.com

 

El domingo pasado todo el mundo cristiano ha festejado con gran gozo y jubilo la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén.
Nos dicen los evangelios que ese día en la entrada de Jesucristo a Jerusalén montado sobre un burro, había mucha gente (niños y adultos), algunos habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas, eran testigos  patentes, en su mayoría,  de los milagros y obras de Jesús, con sus propios ojos habían visto y atestiguado como sanada a los enfermos insanables, como revivía a los muertos, y su gran sabiduría y gran amor sobre lo de Dios,  lo esperaban para recibirlo como un rey, le cantaban cánticos y salmos, y lo alababan con palmas en las manos.
La gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso. Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban: “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”.
Era verdaderamente un gran acontecimiento. Todos los que  hemos asistido a Misa, para celebrar este gran acontecimiento de nuestra fe, hemos estado fuera del Templo para junto con el sacerdote y nuestros ramos, ir en procesión con júbilo y cantando, recordando este gran día, alabando a Cristo como lo que es, como un REY.
Hemos oído al inicio el evangelio que nos narra este acontecimiento, pero en el evangelio del día hemos también vivido y oído otro punto fundamental de este gran día, hemos escuchado la pasión de Cristo, desde su principio hasta su fin.
¿Por qué?
Porque hemos vivido los contrastes,  hoy más que nunca fue un domingo de contrastes también en nuestra historia.
Esa misma gente que con gran júbilo gritaba viva, Bendito el que viene en el nombre del Señor, esa misma gente que había presenciado los milagros patentes de Cristo, que lo habían oído predicar, aconsejar y guiar, tiempo después estaría gritando con gran odio: ¡Crucifíquenle, crucifíquenle! Maten a ese impostor, esa misma gente escupiría a Jesús, columnaria su persona, lo golpearía.
En un primer momento Cristo entra en un burro, es decir, entra con una gran, grandísima humildad, HA PESAR DE SU CONDICIÓN DIVINA, entra como una persona pobre, arriba de un burro. Y aun así la gente grita con amor, con júbilo y lo ven como su rey, su rey del Amor, del perdón. Un rey de y para todos sin excepciones. En indudable en este momento el pueblo está lleno del Espíritu Santo. Reconoce a DIOS VIVO, A DIOS ECHO HOMBRE.
Poco después, vemos a este mismo pueblo con gran odio, deseando la muerte del que habían antes recibido con amor y como su Rey.
Está claro que en este momento están endemoniados, tentados y seducidos por el príncipe de este mundo, por Satanás.
Nadie que conozca el amor, nadie absolutamente nadie que lo viva, puede llegar a esto, el que ama ve con la verdad, pero entonces llega el demonio y como siempre intenta segar con una venda, con una nube de humo, nuestros ojos del alma, de nuestros corazones.
La gente débil, sin plenitud del amor, expulsa al Espíritu Santo y miente, calumnia, odia y desea la muerte del inocente.
Hoy en día, el demonio ha actuado igual. Actúa igual que hace casi dos mil años. Nos seducía miente, y caemos con gran gozo en el pecado, no nos da pena, no titubeamos en pecar, pero a la hora del arrepentimiento, de la verdad viene la tristeza y el desconsuelo, que sólo encontraremos la paz y el consuelo, la alegría en el perdón de Dios por medio de la confesión, pero ahí nos entra el miedo, no cabe duda, el demonio vuelve hacer de las suyas, os engaña y nos mete miedo, no lo hubo antes para pecar pero si para confesárselo a Dios, que pena, sí supiéramos que Dios está ahí siempre, con nosotros, debería darnos más miedo pecar.
Quiénes somos, cómo somos.
Vas a ser igual a este pueblo de Jerusalén, gritaremos viva Cristo Rey, creo en Dios, vivo el amor, siento el amor, estoy en el amor, pero unos minutos después, estaré pecando, estaré viviendo en el pecado, estaré gritándole entonces a Cristo, a Dios: muere, crucifíquenle, mátenle. ¿Le estaré escupiendo, golpeando?
Calumniare junto con los medios de comunicación a mi Iglesia, a nuestro Papa, a nuestros sacerdotes, nos dejaremos cegar con el odio,  nos dejaremos seducir por Satanás, como ese pueblo.
Creyéndome justo y digno como si yo no cometiera errores, olvidándonos de las enseñanzas de Dios de perdonar, de no juzgar, de amar a todos como a mí mismo a mi prójimo, de amar a los PECADORES, de ayudarles como hermano.
Es por eso que la Iglesia, y todos, hemos vivido, este domingo estos contrastes, nos enseña que así somos nosotros muchas veces en nuestra vida, a veces gritamos viva Cristo, y al rato muera Cristo.
Nos creemos más, perfectos, intachables, por ello con gozo calumniamos y juzgamos  a nuestros hermanos en la fe, a nuestros sacerdotes, a nuestro Papa, a nuestra Iglesia, a nuestra Fe, a DIOS MISMO.
Hemos comenzado la semana Santa, que no es semana de vacaciones para pecar más fuerte que nunca, de divertirnos en el libertinaje y darle duro junto con Satanás al pecado en la impureza, en la soberbia, en la gula, en la codicia…
Entonces si es así, estamos siendo igual a ese pueblo que grito  Crucifíquenle, seamos siempre en nuestra vida cada día, ese pueblo que grito con júbilo, lleno del Espíritu Santo VIVA CRISTO, Hosanna en las alturas.
VIVAMOS DE VERDAD el amor y a Dios, entreguémonos a  Él, dejemos a un lado el pecado y quitémonos las vendas del odio, de la mentira, de la impureza, de la venganza, de la  calumnia, de la hipocresía. Seamos sinceros no queramos tapar el pecado y las obras del demonio con un dedo, sino expulsémosla, tíralas de tu alma de tu corazón para que ahora si estés en verdad en el amor, en la paz, en la alegría, en Dios.
El día que estés de verdad en el amor, no te sentirás solo NUNCA aun si vives solo lejos de la familia, porque estarás en Dios, no te sentirás triste porque te alegrará Dios, no te sentirás abandonado porque te visitará Dios, no tendrás desconsuelo porque te consolará Dios, no tendrás odio y  guerra porque tendrás el verdadero AMOR Y LA PAZ DE DIOS.  Estarás en la realidad comprobada y experimentada por muchos en el mundo, por cientos de miles de Santos, de seres humanos iguales a ti que con sus errores, debilidades, carácter… lograron estar y están en el amor-en Dios.  Nunca es tarde, el tiempo es hoy, vívelo y descúbrelo esta Semana Santa, camina, vive y resucita con Cristo.
Pequeño diccionario catequético:
Impureza= vivir en unión libre-prueba con una persona, tener relaciones sexuales fuera del matrimonio sacramental= en el noviazgo, matrimonio civil únicamente, prostitución, masturbación, pornografía, deseos con una o muchas personas en pensamiento, relaciones sentimentales-sexuales por gusto, placer, erotismo, momentáneas, “sin compromiso” con desconocidos o conocidos.
Soberbia= Uno de los siete pecados capitales. Consiste en una estima de sí mismo, o amor propio indebido, que busca la atención y el honor y se pone uno en antagonismo con Dios (CIC 1866).
Gula: es el deseo desordenado por el placer conectado con la comida o la bebida. Este deseo puede ser pecaminoso de varias formas:
1- Comer o beber muy en exceso de lo que el cuerpo necesita.
2- Cortejar sin cuidado y en exceso el gusto por cierta clase de comida a sabiendas que va en detrimento de la salud.
3- Consentir el apetito por comidas o bebidas costosas, especialmente cuando una dieta lujosa está fuera del alcance económico
4- Comer o beber vorazmente dándole más atención a la comida que a los que nos acompañan.
5- Consumir bebidas alcohólicas hasta el punto de perder control total de la razón. La intoxicación injustificada que termina en una completa pérdida de la razón es un pecado mortal. 
Codicia: deseo del bien ajeno odiando a esa persona, deseándole lo peor por no poder conseguir yo ello, envidiar, causa de robo, rapiña y del fraude. Crea Violencia. No dar a los demás aunque me sobre, causa de celos materiales, idolatría a lo material.

 

 


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